Columna | Gobernantes y sus pueblos

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Marco Enriquez Ominami
El BOCHORNOSO episodio (uno más) vivido entre los gobiernos de Chile y Bolivia estos últimos días a propósito del ofrecimiento de entregar agua para los damnificados del Norte, motiva varias consideraciones. La más evidente guarda relación con el peligro de que las autoridades se comporten como caricaturas políticas y se queden presas de su propio personaje.

Cuando el sentido común indicaba que los habitantes de Copiapó, Chañaral y Tierra Amarilla necesitaban acceder con urgencia al agua, la Cancillería torpemente dudó. Se dijo que la ayuda no era necesaria, mientras Estados Unidos tranquilamente aportaba 100 mil dólares a través de Caritas Chile. Luego se dijo que había que estudiar su factibilidad. Parecía que el cálculo era que a Bolivia ni siquiera el agua embotellada se le debía aceptar, olvidándose que la política, incluso la política exterior, tiene por objetivo primordial atender a las necesidades de sus pueblos.

Así, entre la política del “tomemos pisco sour juntos” de Sebastián Piñera en su relación con el Perú que nos demandaba en La Haya, y la del “ni siquiera acepto tu agua” de la Cancillería de la Presidenta Bachelet hacia Bolivia, evidentemente se pueden encontrar lugares más edificantes desde los cuales proyectar la relación con nuestros vecinos. Por un lado, debemos ser capaces de defender integralmente nuestros intereses que no son exclusivamente comerciales, y por otro, construir una política donde a pesar de las diferencias fundamentales en materia de límites, no perdamos de vista lo esencial: las necesidades de nuestros pueblos. La urgencia catastrófica indica que hoy puede ser el agua, pero mañana, y de forma permanente, nuestras necesidades serán energéticas, alimentarias, comerciales y ambientales, solamente por nombrar algunas.

En el episodio de la oferta de los 30.000 litros de agua embotellada, la rigidez inicial chilena fue cediendo, con el paso de las horas, ante el sentido común, y el ministro de Defensa, Jorge Ledezma, viajó a Chile para hacer entrega de la ayuda comprometida. Sin embargo, dejando de lado el fair play diplomático, una desafortunada leyenda inscrita en su camiseta reavivó todas las desconfianzas en una relación que ya tiene suficientes. En este especial punto, cabe considerar la decisiva responsabilidad que compete a los actores políticos a la hora de exacerbar los ánimos nacionalistas de forma imprudente.

Frente a situaciones como la vivida, no se deben tomar decisiones enceguecidos por el enfrentamiento mediático permanente. Aunque la aceptación del ofrecimiento solidario de Bolivia pareció a regañadientes, apunta en la dirección correcta, cual es la priorización de la emergencia humanitaria a la que se enfrentan nuestros compatriotas del norte. De igual forma, el Presidente Evo Morales, removiendo de inmediato al ministro que provocó a los chilenos con el tema marítimo, dio un paso importante en la senda de la madurez bilateral que las necesidades de nuestros pueblos exigen.

Fuente: La Tercera